La adicción al sexo es una gran problemática psicosocial que ha quedado enmascarada tras el tabú que el sexo implica en nuestra sociedad. Como consecuencia, debido al sentimiento de vergüenza y al rechazo de la sociedad las personas que tienen adicción al sexo no siempre llegan a consulta, por tanto, existe una gran dificultad por parte de los profesionales de la psicología a la hora de intervenir.

La adicción al sexo se caracteriza por una serie de conductas sexuales, que no se pueden reprimir, utilizadas para intentar buscar la propia gratificación de la persona (Carnes, 1983). Estas conductas son estereotipadas e interfieren en la vida del sujeto, causándole malestar y deterioro en algunas áreas de su vida, tales como relaciones sociales y de pareja, la relación con su familia, interferencia en el empleo, sentimientos de culpa y problemas económicos (Echeburúa, 2012).

La hipersexualidad se quería introducir como un trastorno en el DSM-5, pero finalmente este fue desestimado por la falta de consenso sobre algunos aspectos. En el caso de haber sido incluido hubiera presentado criterios diagnósticos como los que aparecen en la siguiente tabla:

Tabla 1.- Criterios diagnósticos propuestos por el grupo de trabajo DSM-5 para el Trastorno de Hipersexualidad (THS).

  1. Durante un período de al menos seis meses, presenta fantasías sexuales recurrentes e intensas, impulsos sexuales y conducta sexual en asociación con cuatro o más de los siguientes cinco criterios:
  2. Consume excesivo tiempo en fantasías e impulsos sexuales, planificando y participando en conductas sexuales.
  3. Repetidamente desarrolla esas fantasías, impulsos y conductas sexuales como respuesta a estados de ánimo disfóricos (por ej.: ansiedad, depresión, aburrimiento, irritabilidad).
  4. Repetidamente desarrolla fantasías, impulsos y conductas sexuales como respuesta a eventos estresantes de la vida.
  5. Repetitivos e infructuosos esfuerzos por controlar o reducir significativamente esas fantasías, impulsos y conductas sexuales.
  6. Repite el comportamiento sexual sin tener en cuenta el riesgo de daño físico o emocional a sí mismo o a otros.
  7. Hay un malestar clínicamente significativo o deterioro personal en las áreas social, profesional o de otro tipo de funcionamiento, asociado con la frecuencia e intensidad de estas fantasías, impulsos y conductas sexuales.
  8. Estas fantasías sexuales, impulsos y conductas no se deben a los efectos fisiológicos directos de sustancias exógenas (por ejemplo, drogas de abuso o medicación) o a episodios maníacos.
  9. La persona tiene al menos 18 años. Además se debe especificar si las conductas son masturbación, consumo de pornografía, relaciones sexuales consentidas con adultos, prácticas sexuales a través de internet (cibersexo), llamadas a teléfonos de contenido sexual, asistencia a clubs de striptease o varias de ellas.

Además, presentan un claro problema a la hora de mantener relaciones sexuales. Normalmente las relaciones íntimas que se llevan a cabo parten de un impulso que el sujeto no puede controlar, y carecen de ternura o connotaciones afectivas, sino que tienen un notable componente adictivo. Eso provoca la no satisfacción del individuo y, por ello, repite una y otra vez estas conductas para llegar a ese punto que no logra alcanzar nunca. De esta manera, lo que para muchos es algo placentero y agradable, se convierte en un problema para estas personas.

Al ser una adicción que aún carece de pocos estudios y datos, estos no son del todo específicos. Según los estudios de la Society for the Advancement of Sexual Health (2012), realizados con personas norteamericanas, entre el 3% y el 5% de las personas pueden tener adicción al sexo. Sin embargo, como hemos comentado antes, faltan datos. A esto se le añade la dificultad de que es una adicción difícil de detectar, ya que no tiene efectos físicos o biológicos observables. Además, al ser el sexo la principal temática de esta adicción, se considera un tema tabú y eso dificulta todavía más la detección de este tipo de problemáticas. La principal diferencia entre la adicción al sexo y la hipersexualidad normal es que con la adicción no se persigue el bienestar sexual, sino la reducción de ansiedad y el malestar emocional (Echeburúa, 2012).

Existen diferentes formas de adicción al sexo, entre ellas podemos encontrar: relaciones promiscuas breves con distintas parejas, uso de pornografía y líneas eróticas, relaciones espontáneas con personas desconocidas o prostitutas; entre otras.

¿Cuáles son las posibles causas?

Mencionar una única causa que provoque la adicción al sexo resulta imposible, pero sí podemos hablar de hipótesis biológicas y psicológicas que ayudan a entender el desarrollo de esta patología. Debido a la falta de información y de estudios en la actualidad, las causas o factores de riesgo aún están por definir. Algunas de las que se han planteado hasta el momento son la presencia de antecedentes de abusos sexuales, problemas con las relaciones afectivas o personas con diversidad funcional mental grave que pueden llevar a cabo conductas estereotipadas (Echeburúa, 2010). Pero también, muchas de las personas que padecen este trastorno pueden llegar al consumo excesivo de alcohol y otras drogas, así como tener problemas con el juego.

No obstante, podemos suponer que estos factores no son los únicos, debido a la poca investigación que por el momento se ha realizado en torno a la adicción al sexo. Parece que comparte con el resto de adicciones la predisposición según la personalidad del sujeto, siendo las características principales la alta impulsividad, la búsqueda de sensaciones y los rasgos obsesivos (Janssen, Goodrich, Petrocelli y Bancroft, 2009).

Algunas de sus consecuencias…

Como en cualquier otra adicción, se crea una dependencia, la cual es manifestada por un síndrome de abstinencia que se caracteriza por:

  • Síntomas físicos como dolor de cabeza, dificultad para conciliar el sueño, estado de ánimo irritable, nerviosismo acompañado de temblores y ansiedad (Echeburúa, 1999).
  • Riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual
  • Dificultad para mantener una relación de pareja
  • Presencia de pensamientos obsesivos (llegando incluso a intentos de suicidio)
  • Pérdida de interés en el cuidado del aspecto físico y de la propia salud
  • Deterioro de las actividades sociales, laborales o familiares (Kalichman, Cherry, Cain, Pope y Kalichman, 2005).
  • Sentimientos de culpa y vergüenza, con su consecuente deterioro de autoestima.
  • Pérdida de la sensación de placer.

Toda la vida de estas personas gira en torno al sexo, a la búsqueda de esa satisfacción que nunca llega, por lo que también acaban descuidando la participación en el resto de actividades. Incluso en algunos casos llegando a la exclusión social o a problemáticas legales. Todo esto termina causando un gran sufrimiento en la persona.

¿Por qué surge este tipo de adicción?

En primer lugar, es necesario recalcar que debido a las transformaciones sociales entre hombres y mujeres de los últimos años, la relación con la sexualidad también ha ido cambiando. De esta forma, la edad de inicio en relaciones sexuales de las chicas ha disminuido mientras que los chicos han sufrido cambios en cuanto al tipo de relación que establecen, siendo más íntima en el plano afectivo (López, 2004). Existe una relación en los hombres en cuanto a su vida en grupo y su sexualidad, correlacionando positivamente; mientras que las mujeres suelen perder liderazgo dentro del grupo (Navarro, Reig, Barberá y Ferrer, 2006).

Las explicaciones que se han dado sobre la aparición de este tipo de adicción son las mismas que en el resto de adicciones, y todas cuentan con aspectos biológicos, sociales e individuales. El sistema de recompensa funciona de la misma manera tanto para adicciones con o sin sustancia. Si bien, una de las diferencias más importantes que podemos encontrar en la sexoadicción es el factor social, es decir, la afectación que tiene en las relaciones personales. La principal dificultad de este tipo de adicciones es la falta de visibilidad que existe entre ellas, y el establecimiento de un límite entre lo que es normal, y lo que pasa a denominarse patológico.

Por otra parte, otra de las explicaciones es que exista un posible trauma vinculado a la sexoadicción, a diferencia de otras adicciones. Los resultados de uno de los estudios realizados afirman que el 97% habían sufrido abuso emocional, el 81% abuso sexual y el 72% abuso físico (Carnes y Adams, 2002).

En definitiva, no existe una explicación de por qué una persona llega a padecer una adicción al sexo, ya que comparten factores de riesgo con el resto de adicciones, tanto personalidad, como regulación emocional y falta de control de impulsos, entre otros.

Cabe destacar que es una problemática psicosocial sobre la que todavía queda mucho por aprender, empezando por darle la importancia que tiene a una buena educación sexual para todas las personas, y siguiendo por acabar los tabús del sexo, para que de esta manera no existan más limitaciones para el profesional de la psicología de llegar a las personas que padecen tal adicción.

¿Qué hacer si pienso que yo o alguien cercano puede tener este tipo de adicción?

  1. Consulta la Tabla 1. Si cumples con los criterios mencionados y, además, padeces malestar, pasa al paso 2.
  2. Pide ayuda. En nuestra clínica estamos especializados en adicciones de todo tipo, y cualquiera de los psicólogos que trabajamos aquí podemos ayudarte.

 

Virginia del Palacio

Estudiante de prácticas del Grado de Psicología

Universidad Católica de Valencia

Entrada supervisada por:

Alexander Rose

Altana Psicólogos